Un recorrido por los palacios

Mirador de la Casa del Reloj, en la calle Alfonso X. :: SONIA M. LARIO / AGM

Mirador de la Casa del Reloj, en la calle Alfonso X. :: SONIA M. LARIO / AGM

Un recorrido por el recinto histórico de la ciudad permite recrearnos con la visión de magníficos palacios y casas solariegas, que muestran notables emblemas de piedra en sus vetustas portadas. Iniciamos el paseo en La Merced. Desde allí, siguiendo la calle Lope Gisbert, llegamos al Museo Arqueológico que se sitúa en un palacio de líneas renacentistas de mediados del siglo XVI. La Casa de los Salazar Rosso, conocida como Casa de los Moreno, muestra en su fachada un gran escudo familiar.

Frente a ella, la Casa de los Menchirón Pérez Monte o de los Mula, típica del barroco civil lorquino. Más adelante, en la calle Álamo, el escudo de los García de Alcaraz, el más grande de la Región. A pocos metros, en la misma calle, otra casa solariega, la de los Musso Pérez Valiente, con una gran portada de acceso y un angelote en su esquinazo bajo el tejado. Retomamos la calle Lope Gisbert y pasada la iglesia de San Mateo, el Palacio de los Condes de San Julián, una casa que pertenece a la familia Pérez de Meca-Ponce de León. En la Plaza de la Concordia, frente a la iglesia de San Francisco, la Casa de los Pallarés, con una torreta exenta. Más arriba, la Casa del reloj, con magníficas rejerías. Y a pocos metros, la Casa de los Vallejo. Le siguen, la Casa del Inquisidor, de la que solo queda en pie su fachada sujeta por un andamio, en lo que iba a ser el barrio artesano. Y justo al lado, la Casa de los Alburquerque, sede del Archivo Histórico Municipal.

En la Plaza de España, la Casa de los Potous-Moxica. De ella, destaca la rejería de los balcones que dan a la calle Santiago. En esa misma vía, la Casa de los Villescusa, que acoge dependencias municipales.Y junto a la iglesia de Santiago, la Casa de los Rubira. En el esquinazo se puede contemplar un mascarón grotesco. En la calle Álamo, la casa de Robles Vives, de la que desde el terremoto solo queda en pie su fachada y en la calle Granero, la Casa de los Agius, restaurada hace algunos años, pero manteniendo todo el sabor de antaño. No se puede olvidar una visita al Palacio de Guevara y al Palacete de Huerto Ruano con jardín repleto de rosales sevillanos.

Fuente: La Verdad

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